Uno de los pasajes cristológicos más motivadores y comprometedores en tiempos de globalización es la oración sacerdotal de Jesús(Juan 17): “Ruego por los que han de creer en mí, por el mensaje de ellos (coherencia entre teoría y praxis), para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste para que sean uno, como nosotros somos uno: ... permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.”(NVI).
Desde una cosmovisión trinitaria, se puede apreciar con mayor profundidad al Dios-trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo comprometidos unánimemente por las personas que vivimos en esta aldea global, dejándonos como modelo no sólo la intercesión, sino de una visión proactiva y profética que identifica lo real de lo fáctico. Existe hoy una lentitud para discernir los grandes valores cristianos que unen a toda la humanidad en su imagen en la acelerada y compleja vida posmoderna. El ejemplo del Dios-Trinidad es notorio en el Nuevo Testamento; siempre trabajan en equipo, complementados el Uno al Otro, interdependientes en sus funciones, se necesitan mutuamente, se buscan recíprocamente. El Uno es con el Otro y no sin él. El Dios trino es un ejemplo para la comunidad cristiana de hoy.
El testimonio Padre - Jesús - Espíritu, es un mensaje de unidad que necesita ser internalizado primero y primordialmente por la comunidad cristiana en su totalidad, luego por la trascendencia de los valores, serán asidos por otras tradiciones religiosas que aún no lo han incorporado. Los valores cristianos deben ser aprehendidos al quehacer de la iglesia no con una mirada reduccionista y pragmática, sino integralizadora comprendiendo que las complejidades actuales son oportunidades para el hacer comunidad de hombres y mujeres más humana. Una de las debilidades del protestantismo evangélico, a mi juicio, es el reduccionismo y el pragmatismo en su pensamiento teológico y en su quehacer evangelizador. Esto fue lo que llevó a los estadounidenses a apoyar (en gran parte), a EE.UU. la invasión a Irak. La mayoría arrepentidos hoy. La iglesia no cree en teorías como choques de civilizaciones o finalización de la historia, más bien cree en la redención o liberación de la historia e inculturación evangélica de las culturas. Este es un proceso donde una cultura determinada asimila la propuesta evangélica desde su propia identidad cultural y se enriquece de su verdad, solidaridad, justicia, paz y amor.
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